En la autobiografía póstuma No entender, la gran pensadora argentina se concentra especialmente en episodios de su infancia.
No deja de constituir una rareza en esta época descafeinada que habitamos, bajo el bombardeo permanente de estímulos que llegan desde “lo externo”, la aparición de un libro de memorias, el género introspectivo por excelencia, donde el flujo del recuerdo toma el timón del relato para organizar y poner en palabras esa construcción llamada existencia.