Por Gabriel Rodríguez,
Lamás Médula (Argentina)
El mar no habla con largas oraciones sino con versos breves” dice Jack Duluoz, al retratarlo como un ermitaño hundido en la soledad de un bosque salvaje. Lo dice Kerouac, atormentado por la vida de un Beat. “El alimento del poeta es todas las cosas” advierte Borges desde su lírica preñada de espejos y laberintos.
Paul Auster exclama: “Quiero hablar de felicidad y bienestar, de esos raros momentos en que enmudece la voz interior y uno se siente en paz con el mundo. Quiero hablar del tiempo que hace a primeros de junio (…) de los placeres de la comida y el vino (…) Quiero recordar los cerúleos atardeceres, los lánguidos y rosáceos amaneceres, los osos gruñendo de noche en el bosque. Quiero traerlo todo a la memoria”. El autor deBrooklyn Follies quiere ser el hombre que escribió Hojas de hierba. Todos queremos ser el primer gran poeta norteamericano.