Por Enrique Vila-Matas,
19 de febrero de 2019, El País (España).
Las dos únicas conversaciones que he tenido con Jean Echenoz, sentados en la terraza de un café y con tiempo por delante —una en Barcelona el siglo pasado y la otra, hace unos meses, frente al mar de Bastia—, giraron en torno a un mismo y único tema: el horror y el absurdo de las entrevistas en las que se espera que el autor de un libro explique lo que ha escrito.